18 ene 2012

Los Alimentos que Curan

Cuando nos aqueja una enfermedad y queremos curarnos, esa simple elección, nos cambia la vida. Las herramientas que encontraremos a nuestro alcance pueden ser muchas pero debemos saber cómo usarlas y por qué.

Existe una forma de curarse que es la de tratar y solucionar solamente los síntomas sin averiguar las causas que han producido la enfermedad. A este campo se refiere la medicina sintomática, que es la que suprime los procesos por los cuales trata de manifestarse un desequilibrio orgánico, que por lo general vuelve a aparecer a lo largo de la vida como otra serie de síntomas que aparentemente no guardan relación con las primeras manifestaciones de enfermedad o desequilibrio.

También existe otra forma de curarse:
A través de la búsqueda de las causas de dicha enfermedad y su tratamiento. Esto significa un compromiso activo y profundo, principalmente con uno mismo y con la vida que nos fue dada. A esta medicina se la llama «medicina no supresora» (porque no suprime los síntomas).

La alimentación es una de las medicinas que, basada en el buen diagnóstico de las causas, nos sirve para equilibrarlas.

Los alimentos curan o enferman

Es un hecho, y las investigaciones lo confirman cada vez con mayor ahínco. El regreso a la comida natural, el auge de los productos orgánicos, las dietas sin excesos (ni por mucho ni por poco), la parquedad en el consumo de grasas y azúcares así como el equilibrio son todos consejos que se insertan en lo que podría denominarse como una alimentación para la longevidad con bienestar y fortaleza.

Las nutricionistas americanas, ambas investigadoras en varios países, reiteran la necesidad de diseñar dietas completas, que incluyan todos los elementos necesarios para la buena salud y el funcionamiento integral del organismo, pero también enseñan a discernir lo que es conveniente para cada persona. Si una verdura le hace daño, existen sustitutos. Si el exceso de fibra a usted le produce flatulencia, a otros les puede corregir el estreñimiento. Y si no le agrada la carne, quizá la pueda remplazar por pollo. O de pronto -porque también incluyen recetas- con una preparación distinta, la podrá consumir con placer, y sin que le haga daño.

De todos los temas tratados, y son muchos, se presenta hoy uno de ellos: el síndrome del colon irritable (SCI). Se le destaca porque este es uno de los grandes problemas que sufren el hombre, y sobre todo la mujer moderna. Un trastorno que, si bien no reviste la gravedad que otras enfermedades del sistema digestivo sí encierran, es culpable de malestares severos, ausencias laborales y dificultades para el desempeño social.

Ahora veamos cómo conseguimos equilibrarnos a través de la alimentación:

Todos sabemos que los alimentos son transformados por el cuerpo en energía nutricia y que estos nutrientes son desdoblados en la boca y asimilados por el intestino que los envía directamente a la sangre.

Nuestra sangre tiene un PH (equilibrio) Sodio - Potasio 1-7. Este equilibrio es el que nos permite estar sanos y vivos. Los alimentos también tienen un equilibrio Sodio-Potasio. Cuando nuestra ingesta diaria sobrepasa en demasía esta relación Sodio-Potasio, el organismo se ve obligado a equilibrarse "robando" minerales de los huesos y dientes. Es así como actúa, en este caso, el proceso de Homeostasis o Homeodinamia. Para evitar que este mecanismo equilibrante sea tan extremo y que a la larga termine desgastando a las células y órganos demasiado pronto y que también comprometa nuestra emocionalidad y nuestra vida de relación con negatividad y sufrimiento, existen toda una gama de herramientas curativas como la Homeopatía, la Osteopatía, las Flores de Bach, la Gestalt, la Psicología Transpersonal, el Masaje, la Medicina China, el Trabajo Corporal Armónico y muchas otras.

En el caso de la alimentación, recurrimos a diario a ella para nutrirnos y también nos sirve para curarnos. Sólo debemos entender que hay alimentos que nos curan y otros que nos enferman. Un ejemplo de esto es el azúcar, que guarda una relación Sodio – Potasio 1-800 y que es un gran ladrón de calcio. Otros alimentos peligrosos son el tomate o la berenjena, que tienen 1-700.

También, la miel (que tiene 1-900) y otros alimentos industrializados que caen dentro de esta categoría.

Con una alimentación sana y equilibrada, en la cual los alimentos ingeridos a diario guarden una relación Sodio-Potasio más aproximada al PH sanguíneo, no solo conseguimos recuperar las funciones orgánicas alteradas, sino que también evitaremos el envejecimiento prematuro y también recuperaremos la armonía de los pensamientos y las emociones.

En nuestro cuerpo:

Llevamos los códigos que nos dicen de qué manera alimentarnos, pero a medida que nos fuimos alejando del entorno natural y nuestra vida fue derivando en ésta que conocemos actualmente, altamente tecnificada y artificial, nuestros alimentos se han transformado de igual modo. Como consecuencia de esto, tenemos muchas enfermedades derivadas de esta forma de vida y por ende de esta forma de alimentarnos.

En la boca encontramos algunos de esos códigos:

Los dientes. El 50% de nuestros dientes son molares y premolares, o sea que están diseñados para "moler"; el 30% de los dientes anteriores están destinados a morder verduras, bulbos, raíces y frutas, y un 15% son caninos (o lo que vendría a ser un esbozo de caninos, ya que los verdaderos son más "puntudos", afilados y sin puntos de contacto). ¿Cómo se traducen estos códigos a la hora de sentarnos a comer todos los días? Con un 50% de cereales integrales, un 30 o 35 % de verduras y frutas (raíces redondas y hojas), las que varían su proporción según la época del año. Entre las frutas debemos elegir las de estación, pequeñas y maduras. Finalmente, un 15% corresponde a las proteínas de origen animal o vegetal. Entre las de origen animal las de mejor calidad son las carnes blancas y magras de animales alimentados en forma natural o las de pescado de mar que habita en aguas frías y profundas. Entre las de origen vegetal encontramos las legumbres (porotos y chauchas).

En la fase curativa se tratan de evitar las proteínas de origen animal ya que impiden la eliminación de toxinas acumuladas en el cuerpo. Las hierbas medicinales, tomadas en forma de infusión o tinturas madres, vendrían a completar nuestra dieta diaria.

El capítulo comienza describiendo lo que es el trastorno, también conocido como colitis mucosa o colon espástico, y sus síntomas. Entre éstos, incluyen:

Dolores abdominales, flatulencia, hinchazón o distensión

Evacuaciones irregulares que incluyen episodios de diarrea seguidos por estreñimiento

Náuseas y pérdida de peso

Dolores de cabeza, dificultades para concentrarse, fatiga

Ansiedad o depresión.

Las causas del SCI son diversas

Sin embargo, algunos alimentos o bebidas, hábitos de vida pueden disparar los episodios. Entre ellos, se incluyen el estrés, el abuso de laxantes, los trastornos del sueño, el tabaquismo, las bebidas alcohólicas, la cafeína (incluida también en el té y el chocolate), y algunos alimentos.

De acuerdo con las investigaciones citadas por las autoras, y siendo la lista de alimentos que pueden desatar episodios de SCI, se incluyeron como los más frecuentes:

Verduras, entre las cuales las manzanas, plátanos, naranjas y frutas pasas

Verduras: cebollas, guisantes, papas y aquellas de hojas verdes

Comidas ahumadas y fritas, algunos embutidos.

En cambio, se habla del consumo de la fibra como posible solución a muchos de los casos de SCI. Entre otras razones, se le presenta como factor que ayuda a regularizar el funcionamiento del intestino. Se cita primordialmente el salvado de trigo.

Observarse

Quizá uno de los grandes aportes de éste y de otros capítulos es la invitación a que cada persona se observe a sí mismo. De esta manera, le es posible detectar los alimentos, bebidas y/o situaciones que le alteran el sistema digestivo para poder, a su vez, eliminarlos, remplazarlos o corregirlos. Y, de todos modos, la necesidad de solicitar la ayuda de un especialista antes de que la situación se vuelva inmanejable.

Un detalle que llama la atención es la diferenciación que se hace entre la reacción alérgica a un alimento y la intolerancia al mismo. Si bien en ambos casos el consumo puede llevar a malestares con síntomas similares, -ambos pueden interpretarse como colon irritable- el hecho de diferenciarlos ayuda a establecer una mayor claridad en el tratamiento.

Las alergias a los alimentos

Las alergias a los alimentos que, de hecho son muy frecuentes, se detectan con certeza mediante pruebas realizadas en el consultorio del alergista. Sin embargo, existen algunos indicios que ayudan a despertar la duda, y son los siguientes:

Cuando en la familia hay antecedentes de alergias

Cuando la reacción se presenta casi en forma inmediata después de haberse ingerido el alimento

Cuando hay reacción adversa aún si se comen muy pequeñas cantidades

Y cuando el trastorno digestivo va acompañado de otros síntomas como salpullido, urticaria, picores, que desaparecen bajo el efecto de un antihistamínico.

La edad también lleva a sospechar porque, aunque las alergias alimenticias pueden presentarse a cualquier edad, son más frecuentes durante la infancia.

La intolerancia a un alimento es bien distinta. Se le define como la incapacidad que tiene un organismo para consumir y digerir algún alimento. No tiene relación con el sistema inmunológico sino que se relaciona generalmente con la ausencia de una enzima que ayuda a la asimilación del alimento o de una de las sustancias que lo componen. Caso muy frecuente es la intolerancia a la lactosa, definida popularmente como el azúcar de la leche, y que puede ser solucionada con los productos deslactosados que se encuentran en el mercado.

Como es fácil concluir, el síndrome del colon irritable suele no tener su origen ni en las alergias ni en la intolerancia. En consecuencia, si usted logra identificar y discernir estas diferencias, le será más fácil a su médico ayudarle a encontrar una solución.

Un consejo adicional: tenga en cuenta que usted es una persona única. Y que lo que le produce malestares no suele producírselo a sus compañeros, amigos, y ni siquiera a sus hijos. En este sentido, antes de buscar y tomar los medicamentos que han sido formulados para otros, y antes de asumir dietas ajenas, asuma la decisión más oportuna y apropiada: visita su propio médico.

/todoendietas.com

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